Cada vez que realizamos una inversión esperamos que nuestro dinero aumente con el tiempo. Nuestra inversión crecerá de acuerdo al tipo de interés que nos ofrezca nuestra entidad financiera pero también crecerá según la estrategia que sigamos.
Si disponemos de 3000€ para invertir, y decidimos ir a una entidad que nos ofrece una tasa anual del 5% obtendremos al después de un año, 150€ de intereses. Si al cabo del año queremos retirar los intereses obtenidos y dejar la misma cantidad invertida, al cabo del segundo año volveremos a obtener otros 150€ de intereses si las condiciones iniciales no han cambiado. Si seguimos años tras año realizando la misma operación obtendremos cada año la misma cantidad, así que para calcular los intereses que obtendríamos después 6 años, por ejemplo, sería multiplicar los intereses obtenidos el primer año por el número de años, en este caso 6, con lo que al final del sexto año tendríamos 900€ de intereses.
Si optamos por otra estrategia, como sería la de no retirar el dinero invertido ni los intereses que se han generado durante cada año; tendríamos que la inversión inicial en el segundo año sería de 3150€ y al cabo de un año tendríamos 3307,5€. Si seguimos con este planteamiento al finalizar el sexto año tendríamos un capital de 4020,3€, es decir, los intereses generados, ascenderían a 1020,3€.
Esto es lo que denominamos tipo de interés compuesto (en el primer caso que planteamos sería interés simple). En el primer caso generábamos intereses sobre el capital que teníamos al inicio del primer período, y en el segundo obtenemos dinero del capital del período anterior más los intereses que se hayan generado. Esto provoca una aceleración del crecimiento del dinero en el tiempo. Aquí vamos a comparar gráficamente lo que suponen estas dos alternativas, tenemos un capital inicial de 3000€, que los invertiremos durante 25 períodos a un tipo de interés anual del 5%. Gráficamente sería este el resultado:
Hoy en día las cuentas ahorro nos ofrecen tasas de interés muy bajas y además, a este tipos hay que restarles las comisiones, los impuestos y algo que mucha gente no tiene en cuenta, la inflación anual. Cuando comparamos tasas tenemos que tener mucho cuidado de no comparar peras con manzanas; ya que tenemos que comprobar que las tasas de interés sean netas (sin impuestos ni comisiones). Aquí surge un pequeño problema, ya que las entidades financieras suelen publicar únicamente las tasas de interés bruta y esto provoca que muchas veces los rendimientos prometidos no sean los que realmente recibimos.
Para aprovecharse realmente de las ventajas que nos puede proporcionar el interés compuesto deberíamos realizar una inversión a largo plazo, por lo tanto tendría que ser dinero que no nos haga falta a corto y medio plazo.
Una vez realizada la inversión podemos aportar nuevo capital a la inversión inicial ya sea de manera mensual, bimestral, trimestral, etc. Al realizar esto, aceleraremos el proceso del crecimiento de dinero en el tiempo y mejoraremos los rendimientos obtenidos.
¿Cuando se duplicará la inversión?: La regla del 72
Existe una fórmula muy sencilla que nos ayuda a determinar en cuanto tiempo se doblaría nuestra inversión a través del interés compuesto, no es un cálculo exacto pero supone una buena aproximación, esta regla se denomina la regla del 72. Lo único que tendríamos que hacer sería dividir 72 entre la tasa de interés que nos ofrezcan. En el ejemplo que pusimos anteriormente, ¿cuándo doblaríamos nuestra inversión? teníamos un tipo de interés del 5%, por lo tanto doblaríamos nuestra inversión, al cabo de 14,4 años aproximadamente.
El interés compuesto puede ser un gran aliado a la hora de conseguir nuestras metas financieras a largo plazo.