Hoy en día existe una gran diversidad de productos de crédito “fácil”, y a pesar de que lo publiciten francamente bien, no es oro todo lo que reluce.
Dentro de este tipo de productos están recogidos la mayor parte de créditos al consumo y de tarjetas de crédito. Además es significativa la gran cantidad de anuncios que hay referentes a este tema y parece que cada vez va en aumento, esto puede darnos una idea de los márgenes que se llevan dichas empresas.
Acceder a uno de estos créditos hoy en día resulta relativamente sencillo, pero hacer frente a su pago puede convertirse en algo realmente duro. No debemos olvidar que este tipo de productos tienen un tipo de interés realmente alto, incluso abusivo y que generalmente se encuentra por encima del 20%. Si lo comparamos con un préstamo tradicional nos daremos cuenta que el crédito “fácil” es muchísimo más caro. Cuando contratamos un crédito debemos tener presente que en la confección de nuestro presupuesto personal mensual debemos deducir dicha cantidad para poder hacerle frente.
En el caso de tener que contratar un crédito “fácil” debemos tener presente dos cosas:
- El tipo de interés. Es lo principal, lo más importante. No debemos fijarnos en la cuota mensual, ya que a veces puedes parecer asequible, tendremos que ver el crédito en su conjunto.
- Los gastos por amortización anticipada. Generalmente estos créditos se usan cuando tenemos una emergencia, para resolver una situación particular que queremos solucionar de la manera más ágil posible. En caso de tener que echar mano a este tipo de productos, debemos optar por el que menos gastos adicionales tenga si el resto de condiciones son iguales.
Este tipo de productos no deberían contratarse sin un cierto estudio previo de la situación financiera por la que atravesamos, ya que puede lastrar nuestras finanzas personales actuales y nuestra planificación financiera futura.